Asociación Cultural Hijos de La Vereda

Bienvenidos a este blog sobre La Vereda, Matallana y El Vado, pueblos de la provincia castellana de Guadalajara.



Desde aquí podrás conocer aspectos de la geografía, historia, arquitectura popular y cultura tradicional de estos bellos pueblos de la Sierra de Guadalajara.


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domingo, 27 de febrero de 2011

ARTESANOS EN SANTA MARÍA DEL VADO

Puerta del Sol, de Santa María la Blanca. El Vado

Ventana de la Sacristía de Santa María la Blanca. El Vado

Uno de los aspectos que siempre pasa desapercibido en los pequeños pueblos y su intrahistoria, es el reconocimiento a todos aquellos artesanos y artistas que con su labor callada han hecho posible a lo largo de la historia ese patrimonio local de tantos pueblos y ciudades. Artesanos y artistas que no han llegado a la cumbre de la fama pero que contribuyeron con su pequeño trabajo a la difusión del arte de cada época de la historia.
Así, en nuestro caso de El Vado, La Vereda y Matallana, se puede recopilar un pequeño listado de nombres sacados de los Libros Parroquiales de Cuentas conservados en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara. La primera referencia a una persona de este tipo se hace ya en 1498, con la indicación del gasto en "las obras y en el maestro de capilla" de Santa María, referencia al que falta el nombre, quizá reminiscencia todavía del anonimato de la arquitectura medieval.
El primer nombre que se reconoce a pesar de la dificil escritura de la época es Juan ¿? Orense, bordador, al que se le pagó por unos ornamentos para la iglesia en 1544, posiblemente por un "frontal de damasco blanco del altar de Nuestra Señora y una casulla de tafetán con una cenefa de damasco blanco", encargados entre 1539 y 1543.
En ese mismo apunte aparece Juan de Lezcano¿?, cantero de Tamajón, por la realización de los pilares que se han de poner en la Iglesia en 1544, dándosele un plazo de "...hasta Santa María de Agosto".
En 1569 se anota el gasto de "el nuevo cáliz de consagrar, a Francisco Pérez de Tamajón", lo que nos hace sospechar de la existencia de un pequeño taller de platería en esta cercana villa. En un apunte cercano se aclara más sobre lo encargado: "descargo al mayordomo por pagar al platero por el cáliz, sobrecopa y viril de plata de la iglesia".
En 1579 se indica el cargo que se "pagó a Francisco de Cuebas, bordador, de la manga que se hizo en la iglesia, y del gasto en traer la imagen de Nuestra Señora y por el camino de un hombre que fue a Alcalá a por ella y una funda para la manga, y a lo de la manga". Parece ser que dicho bordador era de Alcalá, al igual que el escultor que realizó la talla de la Virgen del Rosario, de la cual se conserva una valiosísima fotografía.
En 1603 Juan Lozano, vecino de Tamajón, recibe un pago por "adobar las dos campanas de esta iglesia". En 1613 aparece el mismo nombre de Juan Lozano, pero por su "trabajo en el portal".
Pero no sólo aparecen nombres en la iglesia de Santa María del Vado; así entre 1679 y 1681 se hacen pagos a Juan de Palacios por el Retablo de San Juan en la Ermita de Matallana. Y entre 1688 y 1690 se le hacen pagos "por aderezar la ermita, al maestro de cantería Juan de Ricuba ¿?"
Y ya en 1764 y en la Ermita de la Majailla o de Ntra. Sra. de las Angustias, en las afueras de El Vado, se anota el gasto "por el Retablo, del tallista de Tamajón, D. José de Quintana"
Este mismo Retablo se debió dorar en 1770 por "Agustín Gordo y Franciso Anillo, de Torre de Veleña"
Pór último, en el Libro de Cuentas de Ntra. Sra. la Blanca, se apunta en 1763 el "gasto en la obra en el Altar Mayor, al escultor tallista José Quintana, por la compostura del Retablo", y en 1770 se le paga al mismo por "gasto en el cancel, a José Quintana, de Tamajón"

viernes, 25 de febrero de 2011

¡AY, VEREDITA MÍA!


¡Ay, Veredita mía!
¡Quién te ha visto y quién te ve!
Con la plaza emparrada
y los vecinos con tanto qué hacer,
qué si una gotera se hacía
al momento a quitarse se subía.

Dicen que te están restaurando,
yo creo que te están aplastando,
qué los que viven aquí,
no son quién para tener las casas
que mis antepasados han construido.

Abuelo, ¡si tú volvieses!
y vieses tu casa, ¡cómo está ya!
Están quitando los vasares,
la artesa, la han quitado ya,
la cocina no está limpia,
sucia está a no poder más
y no te cuento más cosas
para no hacerte sufrir más.

Casa de Villa, si tú hablaras...
y dijeras la verdad,
de los bailes que has tenido
que ya no tendrás más.
De la gente tan humilde
que cansados de trabajar,
no faltaban a tu Casa
ni en la noche de San Juan.

Y a otro día madrugar
para ganarse el pan
que a la hora de la siega
no quedaba nadie en casa
¡hasta el más pequeño iba a acarrear!

Pero...¿qué sabéis vosotros
de la historia de este pueblo,
de las cabras, jara, brezo,
helecho, torvisco y tomillo?.
¿Acaso créeis ser reyes?
¡Y haceros los jefes
de este pueblecito mío!

¡Adios Vereda querida!
no te vayas derrumbando,
que hasta tú renovación,
mis ojos quedan llorando.
Si lees esta poesía,
no te fijes en la letra,
ni en las faltas de ortografía,
fíjate en el contenido
que de mi alma ha salido.

Antonia Martín Moreno

miércoles, 23 de febrero de 2011

CANCIONERO TRADICIONAL (II)

Ronda de bodas en La Vereda

Al comienzo de la primavera aparece en primer lugar la celebración de la Cuaresma y Semana Santa cristiana, preludio a la regeneración que se celebrará en mayo y junio. En este ciclo tradicional, se han conservado en la tradición oral de La Vereda varios romances y canciones petitorias, si bien, fragmentadas y mezcladas entre sí.
Era costumbre que en esta época de cuaresma, las rondas que habitualmente hacían los mozos a las mozas las noches de los sábados, se realizan con el sonido de un tambor, y no con guitarras tenidas como más alegres. Las mozas durante este periodo decoraban el armazón del Ramo con picos de enaguas, manteles, cintas de colores, y salían con él a pedir a todo forastero que se acercara a La Vereda. Las niñas pequeñas hacían otro tanto con un armazón de madera con forma de aspa o cruz. al que decoraban de igual modo. Para pedir iban cantando canciones petitorias y romances como estos fragmentos conservados:
La virgen se está peinando debajo de una alameda,
los peines eran de oro, las cintas de primavera.
Por allí pasó un santo hombre, le dijo de esta manera:
como no canta la blanca, como no canta la bella.
Como quieres que te cante, si de penas estoy llena,
si un hijo que yo tenía, más blanco que la azucena,
me lo están crucificando en una cruz de madera.
Estos cantos petitorios se generalizaban el Domingo de Ramos, donde se cantaban acompañando al Ramo realizado, una serie de largos cantos conocidos en pueblos de la zona como Las Ramas, pidiendo a mozos y forasteros.
Hoy es Domingo de Ramos, día grande muy solem
cuando Jesucristo entraba triunfante en Jerusalén.
Entra con palmas y lirios por toda la Cristiandad....
Este florido Ramo lleva una florida cruz,
para bendecir el Ramo en el nombre de Jesús.
Ya nos ha dado limosna esta señora mujer,
Dios la dé salud y suerte, y después la Gloria, amén.

Hoy es Domingo de Ramos que venimos a cantar
toda la Pasión de Cristo, si la queréis contemplar.
Contémplala alma cristiana que consideres atento,
lo que al pecado mortal Jesús hizo tan alegre y tan gallardo,
que lleno de admiraciones los suspiros le turbaron.
Salgan ustedes afuera si quieren ver a Jesús,
que le traemos nosotras
rodeado de doncellas y clavado en una cruz.
Socorredle si podéis con algo de vuestra hacienda,
os dará ciento por uno, y después la Gloria eterna.

Este portalito abierto nunca se ha visto cerrado,
por donde entra y sale María vestida de azul y blanco.
El vestido que llevaba se le manchó Jesucristo
con sangre de su costado.
La sangre que de El caía, caía en Cáliz sagrado.
El hombre que lo bebiese, fuese bienaventurado,
en el mundo fuese rey, y en el cielo coronado.
Mete mano a ese bolsillo, mozo no seas cobarde,
que a Dios del cielo le pido que una morena te mande.
Mete mano a ese bolsillo con tu mano generosa,
que a Dios del cielo pedimos que te dé una buena moza.

El día de Jueves Santo se preparaba el Monumento en la iglesia, con numerosa velas compradas con parte de lo recogido, cantándose cantos tan extendidos en Castilla como este.

Jueves Santo, Jueves Santo, tres días antes de Pascua,
cuando Jesús redentor a sus discípulos llama.
Ya les llama de uno en uno, de dos en dos les juntaba.
Cuando ya les tiene juntos, estas palabras les habla.
Cual de vosotros amigos, moriréis por mi mañana.
Yo moriré por mi Rey, y mi muerte no será nada,
si por otro muriera, muriera de mala gana.
Todos estos romances se completaban con otros más conocidos y extendidos, como son Las cartas de la baraja y El Arado, que se cantaban durante todo el año.

Recogido a Tomasa Moreno Iruela y Vicenta Alonso Esteban

lunes, 21 de febrero de 2011

ARQUITECTURA NEGRA EN LA VEREDA (IV)

La Casa de las Salegas frente a las Eras del mismo nombre
Iniciales de Apolinar Moreno, "albañil" de La Vereda, en su Casa de las Salegas

Empedrado en el portalillo de la Casa de las Salegas

sábado, 19 de febrero de 2011

"FIESTA DE LA VAQUILLA" EN CARNAVAL


Fiesta de La Vaquilla en Matallana, 2003

La fiesta de La Vaquilla es una de las fiestas tradicionales más ancestrales conservadas en toda Castilla. Se trata de la recreación mediante unas "amucas" o entramado de madera a modo de escalera, que se cubre y se adorna con mantas, mantones, cintas, y una cornamenta en su parte delantera, de una vaquilla que corre y persigue a mozas y mozos por las calles, bajo el sonido de los cencerros que porta el "vaquillero".

En La Vereda la "vaquilla" salía el martes de Carnaval, por la noche, durante la celebración del baile en la Casa de Villa. El mozo que ese año quería llevarla se colocaba unas "amucas" cubiertas con una manta de lana y con una buena cornamenta en la cabeza; hacía sonar ruidosamente los grandes cencerros que se colocaba a la cintura e iba persiguiendo principalmente a las mozas por las oscuras callejuelas del pueblo.

Esta tradición se ha conservado principalmente en los pueblos del Sistema Central, sobre todo en la provincia de Madrid, como son en Colmenar Viejo, Pedrezuela, Fresnedillas de la Oliva, Los Molinos, La Puebla de la Sierra, etc., saliendo siempre en la época invernal, a principios de año, entre San Sebastián (20 de enero) y Carnaval.

El folklorista y etnógrafo Julio Caro Baroja le dedicó varios artículos en sus libros a este ritual de tradición ganadera, pero que recoge influencias ancestrales. En los pueblos donde mejor se ha conservado, como es el caso de Fresnedillas, aparte de la figura de la vaquilla, aparecen varios "vaquilleros" a su alrededor, o figuras diversas como el "escribano", el "alguacil" y el "alcalde" o la "hilandera". En la mayoría de las ocasiones la fiesta acaba con la "muerte" simulada del animal, bebiendo todos los mozos vino en su honor.

Esta mascarada de tipo invernal presenta según varios autores una sorprendente antiguedad como fiesta en honor de la Diosa Madre, representada por la Luna Nueva, y de modo similar a las Parcas griegas. Así se fija su celebración en tiempo de Carnaval como última Luna Nueva antes de la primavera, siendo un ritual propio de un año nuevo lunar, donde la vaquilla sería un símbolo de la Luna, reflejado en sus cuernos.

También las tres Parcas griegas están asociadas a la Luna y al devenir de la vida: Cloto, que significa "hilandera" devana el hilo del tiempo y la vida; Laquesis, que significa "la medidora" mide con una vara la longitud del hilo, el tiempo dado a cada uno; y Atropos "la que no puede ser eludida", como la muerte que corta el hilo. Así, en la mascarada más completa que se conserva como es la de Fresnedillas, se observa como se representa a la "hilandera", al "escribano" que va apuntando multas con su vara y la imagen ciega de la "vaquilla" como Atropos, persiguiendo al "alcalde" y "alguacil" como poderes públicos que representan a la comunidad que asiste al espectáculo.

Al final, la muerte del "toro" como animal mitológico que sirve de bebida a los espíritus.

"Fiestas populares del ciclo de invierno en la Comunidad de Madrid"
Consolación González Casarrubios
Biblioteca Básica Madrileña

viernes, 18 de febrero de 2011

LAS DESAMORTIZACIONES DEL SIGLO XIX


Vista de Santa María la Blanca, de El Vado, desde el Aliviadero del Pantano

Durante todo el siglo XIX se realizaron en España las llamadas Desamortizaciones, es decir, la expropiación forzosa y sin compensación económica de gran parte de los bienes propiedad de la Iglesia y de las tierras comunales de los Concejos, los llamados bienes en propiedad de las "manos muertas", para venderlos mediante subasta al mejor postor. El objetivo teórico de dichas desamortizaciones era sacar al mercado aquellas fincas que eran propiedad de dichas instituciones para que las adquirieran pequeños propietarios, ir creando una pequeña burguesía o clase media, y obtener recursos económicos al Estado.

Aunque la Desamortización más famosa es la de Mendizabal en 1836, la realizada por Pascual Madoz hacia 1855 fue más efectiva. Esta fue la que afectó a las propiedades de la Iglesia en El Vado, La Vereda y Matallana, ocasionando que el 23 de agosto de 1855 se personaran las autoridades civiles en la Parroquia de Santa María la Blanca de El Vado a inventariar y requisar los Libros Parroquiales de Cuentas, tanto los de Fábrica de la Iglesia como los de las diversas Ermitas y Cofradías. El fin de ello era asegurarse de qué fincas eran propiedad de la Iglesia para su expropiación y posterior subasta.

La realización de estas Desamortizaciones, aunque beneficiosas en la teoría, fueron bastante negativas en la práctica de estos pequeños pueblos en los que no había latifundios. Como se ha visto en una entrada anterior, el Duque de Híjar, como Marqués de Montesclaros, informado de las previsiones del gobierno de estas expropiaciones comunales, había movido ficha hacia 1828 para conseguir para sí la propiedad de las fincas comunales del Concejo de El Vado. De un modo similar actuarían en el resto de España, donde las fincas no fueron adquiridas por esa clase media pretendida, sino que pasaron a engrosar las propiedades de los grandes terratenientes ya consolidados, nobles o no.

En cuanto a la realidad de los pueblos, lo que antes eran fincas de todos, con su aporte de leña, pastos de ganado y tierras arrendadas a bajo precio, pasaron a ser fincas privadas de gente de fuera que las explotaron, sobre todo las fincas boscosas, hasta su casi desertización para la obtención de madera y carbón. Eso inició una temprana emigración del mundo rural al urbano.

Para la Iglesia de El Vado, supuso en primer lugar la desaparición del modo de subsistencia principal de las cofradías religiosas locales y de la conservación del pequeño patrimonio artístico religioso. No sabemos si se realizó una expropiación de los bienes muebles, es decir, de los objetos de arte, pero sí de las fincas, muchas de las cuales sólo se compraron bastantes años más tarde.

Uno de los aspectos beneficiosos de esta Desamortización religiosa fue la conservación en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara de los Libros Parroquiales de Cuentas expropiados aquel año de 1855 en El Vado, habiendo desaparecido los Libros Sacramentales.

Pero lo que sí que consta en estos Libros conservados es el temor de los parroquianos ante estas expropiaciones, como se indica en la anotación conservada en el Libro de Cuentas de la Ermita de la Concepción, en La Vereda, el 20 de junio de 1841:

"Felipe Merino y Micaela Peinado donaron un prado y un huerto para la Virgen, para que se arrendase y fuera produciendo alguna cosa para el culto a Nuestra Señor de la Concepción, pero bajo la condición puesta en su testamento de que si en algún momento la autoridad civil tratase de apoderarse de los bienes de los Santuarios, entonces se vendieran y empleasen su importe en ornamentos o cosa semejante. Habiendo pues llegado este caso, se puso en ejecución y con su valor que fue el de 400 reales, se compró una casulla de medio tisú. Cipriano Gómez Lozano, cura párroco."

jueves, 17 de febrero de 2011

EL MOLINO DE EL VADO Y EL RÍO JARAMA

El Molino de El Vado en la actualidad, cuando bajan las aguas del pantano


El río Jarama con el Molino de El Vado, hacia 1935

Bajo las aguas del Embalse de El Vado han quedado los restos de lo que en su día fue el viejo Molino de El Vado. Situado en el margen izquierdo del río Jarama, en término prácticamente de Tamajón, pero perteneciente a El Vado, sus referencias más antiguas nos sitúan en 1164, en la delimitación del término adjudicado a la fundación del monasterio cisterciense de Bonaval.

En la foto adjunta, cortesía del Centro de Fotografía e Imágenes Históricas de Guadalajara, realizada hacia 1935, podemos ver en segundo término al molino propiamente dicho, y en primer lugar una nave auxiliar para el acopio del grano y de la harina. Al fondo, en plena cuesta, se pueden ver las negras edificaciones de El Vado, con los Terreros en la parte superior, y Sopeña en un primer plano sobre el río. Un río Jarama que en la foto corre veloz, entre peñas y vegetación de ribera, lejos de su imagen actual remansada en lodo.

El molino era una pieza fundamental para la economía local, tanto que al abandonarse este viejo molino con la construcción del Pantano, se realizó una nueva concesión en 1946 para la construcción de un nuevo molino en el arroyo Vallosera, junto a la Puente.

martes, 15 de febrero de 2011

ARQUITECTURA NEGRA EN LA VEREDA (III)

Portada en callejuela de Plaza de Oriente a los Olmos de las Eras

Detalle de viga de tejaroz

Callejón

JUICIOS EN EL SIGLO XIX



Jurisprudencia Administrativa del Consejo de Estado 1870

Acabada la Guerra de la Independencia, con los desastres ocasionados por la misma y los conflictos entre absolutistas y liberales, se gesta el final del Antiguo Régimen. En la primera mitad del siglo XIX se produce en toda España una serie de decisiones de gobierno que cambian totalmente la configuración del país, y que acaba en muchos casos con todo un sistema de vida.

El principal de estos cambios es el fin del régimen de Señoríos, lo que conlleva a la nobleza a realizar maniobras para mantener su poder. El Vado, La Vereda y Matallana, pertenecían en este régimen de Señorío al Marqués de Montesclaros, que a principios del siglo XIX era el Duque de Hijar Jósé de Silva Fernández. En este primer cuarto de siglo, el Duque pretendió la propiedad de las tierras comunales del Concejo, la gran mayoría del término, compuestas por grandes encinares y robledales, así como tierras de labor que eran arrendadas por el Concejo a los vecinos. Estas tierras pertenecían al Concejo, ya que el Señorío del Antiguo Régimen no determinaba la propiedad intrínseca de las tierras sino sólo los derechos de justicia y rentas sobre ellas.

De todos modos, y en contra de los establecido en los diversos Catastros, como en del Marqués de la Ensenada en 1752 en el que el Cardenal Portocarrero como Marqués de Montesclaros no poseía fincas en El Vado y su Tierra, el Consejo de Castilla amparó en 1825 la posesión de los montes y pastos en las Villas de Colmenar, El Vado y El Cardoso a favor del Duque. Habiéndose opuesto los vecinos a ello, el Consejo lo mandó ejecutar en dos ocasiones: una el 26 de abril de 1826 y otra el 2 de enero de 1830. Fue en mayo de 1830 cuando tomó posesión de las fincas, con la oposición de los Síndicos o representantes municipales de El Vado y Colmenar.

La maniobra del Duque era clara: pretendía asumir la propiedad de las fincas comunales del Concejo antes de que las Desamortizaciones o expropiaciones de las tierras comunales concejiles y eclesiásticas, propiciadas por los gobiernos progresistas de Madoz y Mendizabal, las pusieran en el mercado mediante subasta, como ocurrió con las fincas eclesiásticas a partir de 1855.

Así, tras varias oposiciones y luchas entre los vecinos y los guardas del Duque, en 1857 los Ayuntamientos y mayores contribuyentes de El Vado, Colmenar, Peñalva, Bocígano y El Cardoso, celebraron una avenencia con el Duque ante el Gobernador de Guadalajara, reconociendo los pueblos la propiedad de las fincas para el Duque, y arrendando dichas fincas al propio Duque por 40 años, finalizando en 1866. Sin embargo, en 1862 el Duque de Hijar vende a Segundo Colmenares las referidas fincas y de nuevo empezaron los conflictos con los vecinos de dichos pueblos, según consta en la Jurisprudencia Administrativa de Sentencias y Decisiones del Consejo de Estado, parte II /1870)

No obstante esta decisión judicial, se sucedieron numerosos incidentes entre los vecinos y el nuevo propietario de los montes, desapareciendo los mojones y dando lugar incluso a muertes de los guardias contratados que impedían el corte de madera a los vecinos, como tenían por costumbre inmemorial.

Mientras, el nuevo propietario, realizaba una feroz deforestación de dichos bosques, utilizados para el carboneo y la producción de madera que necesitaba un Madrid en crecimiento. Así, desaparecían los encinares y robledales de La Cerrada, La Braña, El Robledo, etc.

La lucha por la propiedad de la tierra, seguirá durante el siglo XX, y todavía continúa.....

COFRADÍA DE NTRA. SRA. DE LA BLANCA, DE EL VADO


La dedicación del templo de Santa María de El Vado a Nuestra Señora de la Blanca es muy antigua. La primera referencia conservada en los Libros Parroquiales data de 1546 en la que se denomina así al templo parroquial.
En el Libro de Cuentas de la Ermita de San Juan de Matallana consta en 1693 la realización de "una novena en honor de Nuestra Señora de la Blanca, estando en la ermita", lo que indica la devoción a la misma en todo el Concejo.
En 1752, en el Catastro del Marqués de la Ensenada, se relaciona a la mencionada imagen como titular y propietaria de 8 colmenas en El Tejoso y 2 en la Jara del Vado.
Pero es en 1760, siendo párroco José Jacinto Molería, cuando se data la existencia de una Cofradía dedicada a su culto. Esto significa que la imagen estaba dotada de una agrupación de fieles que se dedicaba a fomentar su culto, que recibía donaciones y manejaba unos fondos aparte de los meramente parroquiales. En el Libro de Cuentas de los Caudales y Efectos de la Imagen de Nuestra Señora la Blanca, titular y patrona de esta Parroquial de la Villa de El Vado, iniciado en 1758 y finalizado en 1855, se detallan toda una serie de gastos e ingresos enfocados a la devoción a esta advocación de María, tan tradicional por otra parte en el Arzobispado de Toledo.
Así, podemos conocer como la Imagen de la virgen se componía de una imagen de María con el Niño Jesús, ambas con coronas exentas y con vestidos y mantos, tanto la virgen como el niño; que estaba colocada en un "nicho" o "urna" con espejos en un retablo del Altar Mayor; que su fiesta se celebraba el día de la Asunción de la Virgen, 15 de agosto, con fuegos artificiales, procesión y subasta o "almoneda" en su beneficio; que estaba bajo la dirección anual de un mayordomo, que eran tanto de El Vado como de La Vereda y Matallana; que realizaba a principios del siglo XIX también una almoneda el día de Todos los Santos, a beneficio de la misma (lo que hace suponer que en esta fecha se hubiera fusionado con la Cofradía de las Ánimas, que era quien tradicionalmente la realizaba) y que durante este siglo XIX, esta cofradía tuvo que ayudar a los fondos parroquiales ante la extrema pobreza de las rentas de la iglesia.

miércoles, 9 de febrero de 2011

CANCIONERO TRADICIONAL (I)

En estas tierras duras y ásperas, sin embargo, quedaba tiempo para la fiesta y la diversión. El ejemplo más claro es el que todos los sábados había baile en la Casa de Villa de La Vereda. Durante el siglo XX, el baile por excelencia en La Vereda, Matallana y El Vado, ha sido sin duda la jota serrana castellana. Un baile, cuyo origen se puede situar hacia el siglo XVIII y que se extendió por toda España, siendo en la actualidad el baile tradicional que existe en todas las regiones españolas. Es un baile con un compás 3/4, que se baila suelto en parejas, formando a veces alineaciones entre ellas, y con unos pasos sencillos y característicos tanto para las estrofas cantadas, como para el estribillo musical.
Las jotas eran interpretadas por la gente del pueblo, mediante guitarras, bandurrias, algún laud, los "hierros" (el triángulo), las botellas de anís, o las cañas entrechocadas, siendo cantadas tanto por mujeres como por hombres, en largas canciones que duraban hasta media hora. En ellas, era usual el pique entre los cantores, lo que producía estas largas canciones que acababan cuando el cansancio podía con los músicos.

Matallana está en un llano, La Vereda en una cuesta,
y El Vado está a orilla del río, "arrecogiendo" la pesca.

Subí por la Puebla Arriba, di la vuelta por Montejo,
y en Prádena me encontré, los burros sin aparejo.

En El Vado hay buenas mozas, y en Matallana mejores,
y llegando a La Vereda, como ramitos de flores.

Entre Tamajón y El Vado, han sembrado un melonar,
Matallana y La Vereda, se los bajan a quitar.

Por Campillo sale el sol, por Campillejo la luna,
las mozas de El Espinar, no tienen novio ninguna.

Ya te doy la despedida, la que echan los de Valverde,
con el botillo en la mano, y el que no cante no bebe.

Ya te doy la despedida, la que echan en Valdesotos,
la que no tenga marido, que se venga con nosotros.

Los más antiguos del lugar recuerdan que sus padres y abuelos "bailaban de otro modo". Esto puede ser debido a un cambio en el propio baile de la jota, o lo más probable, que se tratara de otro tipo de baile. Posiblemente fuera la seguidilla, un baile mucho más antiguo, que se extendía por toda Castilla y que sin embargo en estas tierras, no se ha conservado.
Otro de los bailes que en su día fueron de actualidad y que en el siglo XIX pasó al repertorio infantil, fue la jerigonza, de la que se tiene noticia de que se bailaba en La Vereda.

"El señor Fulano ha entrado en el baile, que lo baile, que lo baile.
Y si no lo baila, medio cuartillo pague, que lo pague, que lo pague.
Salga usted, que la quiero ver bailar, saltar y brincar y dar vueltas al aires.
Con lo bien que lo baila la moza, dejadla sola, sola en el baile."

En algunas fotos antiguas también se comprueba como el baile agarrao, como el pasodoble, también llegó a estos pueblos, pero sin tanto arraigo tradicional.

LOS SEÑORES DE EL VADO A LO LARGO DE SU HISTORIA

Acta notarial de absolución del Mayorazgo de Pedro González de Mendoza y Aldonza a favor de Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana

Desde que en 1373 El Vado dejara de pertencer a la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, se convierte en un Señorío nobiliario conjuntamente con las aldeas de El Cardoso y El Colmenar de la Sierra, y sus villorrios dependientes. En esta época su primer dueño y Señor es D. Pedro González de Mendoza, que dió fama en Castilla a la familia de los Mendoza, originarios de Santander. Este avispado noble manejó sus influencias en la Corte Castellana para que a finales del siglo XIV esta familia, ya asentada en Guadalajara, fuera ganando poder y señoríos.
Su hijo D. Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado, casado en primeras nupcias con Dña. María de Castilla, heredó estas aldeas, sin más pena ni gloria. Pero a su muerte las incluyó dentro del Mayorazgo de su hijo D. Íñigo López de Mendoza, el famoso Marqués de Santillana que construyó el castillo de Manzanares el Real. Precisamente a vueltas de las aldeas y señoríos que pertenecían a este Mayorazgo destinado al primogénito, es decir, la mayor parte de la herencia, el Marqués de Santillana mantuvo un litigio con su tia Aldonza.
A su muerte, las aldeas de El Cardoso, El Colmenar y El Vado, junto con Fresno de Torote, pasan a su séptimo hijo, D. Juan Hurtado de Mendoza y Figueroa, convirtiéndose de este modo, en 1458, en Señorío independiente.
Su hijo Íñigo López de Mendoza y Ribera hereda sólo las aldeas de El Cardoso, El Colmenar y El Vado, por lo que este miembro menor de la familia, se debió centrar especialmente en ellas. Estamos hacia el año 1510, época en la que El Vado consigue el título de Villa, y momento en el que se acometen obras de ampliación en la antigua iglesia de Santa María, ampliando el edificio con tres naves.
Su nieta Francisca de Mendoza, 3ª Señora de El Vado, al casarse con su primo Rodrigo de Mendoza, primer marqués de Montesclaros, une el Señorío a dicho Marquesado de Montesclaros que dió lugar a que estas tierras de El Cardoso, Colmenar y El Vado se denominen hasta la fecha finca de Montesclaros.
Desde entonces este título aparece junto al principal del Marquesado de Montesclaros, siendo uno de sus principales representantes D. Juan Manuel de Mendoza y Luna de Padilla, Virrey de Nueva España a principios del siglo XVII.
Precisamente a su muerte, el título pasa a su hija de corta edad, que muere en 1629, apenas un año después que su padre, y después a la tía de ésta, Dña. Francisca de Mendoza y Luna de Padilla, casada con D. Luis Fernández Portocarrero, por lo que el título de Marqués de Montesclaros y Señor de El Vado pasa después de estos, a la familia Portocarrero en 1639, asociado al título de Condes de Palma del Río.
En 1760, dicho título de Condes de Palma del Río pasa al Duque de Hijar, D. Pedro Alcántara Fadrique Fernández de Híjar. Desde entonces está asociado al Ducado de Hijar hasta la disolución del Antiguo Régimen, que podemos datar en El Vado hacia 1855, con la creación del Ayuntamiento Constitucional de El Vado.

sábado, 5 de febrero de 2011

ARQUITECTURA NEGRA EN LA VEREDA (II)

Las Pizuelas desde la Peña de la Virgen, con la Casa de la Hiedra en primer término
Plaza de Oriente, hacia el norte, junto a la Calle de Oriente
Lástima del porche cubierto desaparecido

Plaza de Oriente, callejuela hacia el sur